Enric Valor y la censura: historia del expediente 3322/59[1]

(VErsión castellana para “Represura”)

Òscar Pérez Silvestre

 Ítaca. Revista de Filologia 2 (2011), Universitat d’Alacant, Departament de Filologia Catalana, p. 205-239.  Edición en línea: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/24243

0. Introducción

      Enric Valor i Vives (Castalla 1911-Valencia 2001) es un autor valenciano de referencia para las letras en lengua catalana del siglo XX. A su primera labor propagandística del valencianismo y del autonomismo en el Alicante de los años de la II República, hay que añadir una ingente obra gramatical y literaria (novelas y cuentos tradicionales valencianos literaturizados) fundamental para entender el proceso de recuperación cultural del País Valenciano en los últimos cincuenta años.

          En su interesante biografía encontramos un episodio relacionado con la publicación de su primera novela, L’ambició d’Aleix (1960), y los encontronazos que supuestamente tuvo que soportar para verla impresa en Valencia, como era su deseo. Hasta ahora, los numerosísimos estudios sobre el autor y sobre esta obra concreta se han limitado a aceptar la versión de los hechos que Enric Valor vivió.[2] Como veremos, su versión es verdadera y no cabe pensar que inventó la persecución censora para explicar el retraso. La consulta del expediente de censura de L’ambició nos obliga a hacer unas precisiones en varios aspectos comentados por el autor mismo en las entrevistas que concedió y que la investigación valoriana ha extendido y, a veces, ha ampliado sin reposar en una base documental fiable. Si bien es cierto que esta novela pasó el filtro de la censura –como todas las obras de su época–, el expediente conservado en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares nos ofrece una gran cantidad de detalles inéditos hasta ahora que nos recolocan esta primera novela de Enric Valor en su trayectoria creativa de la posguerra. Primera y última novela del autor, pues a pesar de opinar repetidamente que le había quedado como una novela rosa, romántica e idealista, en 1994 la retomó, la dictó a su hijo y la pasó de tercera a primera persona para Tàndem Edicions de Valencia. ¿Obsesión? ¿Insatisfacción? Quizá las dos cosas, que son en Valor la otra cara del perfeccionismo formal y estético.

           Este trabajo pretende esclarecer estas tres cuestiones:

           1. En primer lugar, cómo fue el proceso de producción, iniciado al tiempo que Valor asistía a la tertulia   literaria clandestina del Grup Torre de Xavier Casp i Miquel Adlert en Valencia y recogía y publicaba las primeras rondalles (cuentos tradicionales).

           2. En segundo, por qué la novela es presentada en 1959 a la censura, y no tres o diez años antes como se ha dicho hasta la saciedad.

           3. En tercer lugar, y quizá es el punto más interesante, veremos en qué medida afecta la actuación censora estricta a la primera concepción del Aleix, reflejada en la edición de 1960.

           1. El proceso de producción y de edición

           En la segunda edición de L’ambició d’Aleix («Obra Literària Completa» vol. III, Fernando Torres, 1982), Enric Valor data la escrituración de esta novela entre los años 1950-1952. Es justo cuando participa en las tertulias de Torre (al menos desde 1947), en las cuales debió de aparecer en algún momento la inquietud por la necesidad de publicar novelas en valenciano y de tema valenciano frente a tanta producción poética en esta lengua. Él, lo sabemos, sentía profundamente la vocación de narrador, que sólo había satisfecho con éxito con algunas narraciones breves y las rondalles literaturizadas.

           Pero esta datación contrasta con los datos y las fechas que nos aportan la correspondencia con amistades como Joan Fuster y otros indicios.[3] Veámoslo en esta primera carta que Valor escribía a Fuster, fechada el 5 de septiembre de 1953: «Jo et vinc cercant ja setmanes per llegir-te la novel·leta “Aleix” que tinc acabada i en net per a tu. He estat un autèntic “perea”. Podia haver-la feta més llarga. Així m’ha quedat de 120 quartilles a ratlla espessa, unes 150 pàgines impreses o poc més.»

          Dos meses más tarde, Lola Crespo recibía esta misiva de fecha 27 de noviembre, en la cual, con un tono realmente optimista, le comunicaba que

«La novel·la va molt bé. Ja tinc copiades i retocades 207 pàgines. Tinc fets dos capítols suplementaris, i tinc ja escrita la reforma del final i una major intervenció de don Maties. També s’aclarix tot el misteriós assumpte de Pradells, i ixen nous aspectes secrets de Mingarro relacionats amb Aleix i donya Pauleta. Les persones donen sorpreses, que és com passa a la vida. Crec que ara serà una mica més interessant. Potser que la setmana que ve la tinga ja enllestida» (Josep Valor: 2011, 246).

        Aun así, parece que el autor no acababa de hallar un buen punto para Aleix, pues el 21 de diciembre de 1953, un mes más tarde, volvía a escribir a Fuster en estos términos un tanto pesimistas: «He reformat “Aleix”. Ara es casa amb donya Pauleta, després de mort don Maties. Tanmateix, no n’estic gens satisfet de la novel·la. Ara, després de dormir dins del calaix, la trobe molt fluixa i sense interés. Veurem l’altra si ix millor.»

            Así, pues, en 1953 continúa siendo un año de trabajo narrativo intenso en qué no queda definida todavía la novela. Incluso nos podríamos trasladar a 1954 y 1955, y más allá posiblemente, si aplicamos este otro juicio que el contertuliano Miquel Adlert publicó el 1954 en el trabajo «L’actual literatura catalana del País Valencià», en el Homenatge a Carles Riba en complir seixanta anys: «la prosa de Valor clou belleses i dolceses insospitades que apunten en ell unes condicions de prosista que ens agradaria de veure confirmades en un gènere sencerament de creació». Claro está, Adlert hablaba pensando en los dos volúmenes de Rondalles valencianes que había publicado en Torre (1950 y 1951) –de las cuales opinaba a priori que serían un éxito en todos los sentidos y que ocuparían varios volúmenes– y en las Narracions de la Foia de Castalla editadas por Josep Maria de Casacuberta a finales de 1953.

           Y todavía hay más: en 1955 encontramos un punto bajo de creación en la trayectoria de Valor, que deja expresada en estos términos a su amigo Fuster el 25 de junio:

«Tinc morta la literatura. I tot. No em preocupe més que de recaptes avícoles, vacunes, cacqueigs de pollastres... Totes les vesprades ixc de València per coses dels nostres interessos agrícoles, i pels matins Levante i bancs. Això, ja dic, baixarà de to en aquests mesos propers, quan tot s’ensopirà sota la mandra estival.»

         Efectivamente, hay varias ocupaciones perentorias que dejan poco tiempo para la creación. Aun cuando conviene tener en cuenta que los tiempos de producción y de edición se podían alargar entonces más que ahora, hay algunos vacíos informativos –sobre todo entre los años 1955 y 1959, fecha de presentación a la censura– que no podemos llenar pero sí intuir. Veamos qué hacía Enric Valor a lo largo de la década de 1950 para hacernos una idea de las dificultades personales y, también, de cómo funcionaba el circuito literario de aquellos años.

           Observemos en primer lugar una cronología de hechos personales, ya sean familiares, de ocupaciones laborales u otros proyectos culturales que, sin lugar a dudas, retrasan la escritura del Aleix y dejan la novela en el cajón.

         1. El 6 de diciembre de 1947 nace su hija Isabel Valor Crespo, fruto de la relación extramatrimonial con Lola Crespo.

         2. Desde 1947 está trabajando en la elaboración de un Diccionari valencià-castellà y comunica al polifacético escritor Carles Salvador que cuando lo acabe hará el Diccionari general de la llengua valenciana, un plan trazado con el lingüista Josep Giner. En ese mismo año está haciendo la traducción al catalán de la obra Años y leguas de Gabriel Miró.

        3. Desde 1948 está trabajando en las Rondalles valencianes para Torre. Los dos primeros volúmenes son publicados en 1950 y 1951, y el tercero en 1959. Asistía a las tertulias de vez en cuando.

        4. En 1948 ingresa como profesor de lengua en la institución valencianista Lo Rat Penat, hasta mayo de 1949, cargo que deja por motivos de sus ocupaciones laborales. Además, prepara el Diccionari castellut como revisión del diccionario de Fabra, destinado a los trabajos del etimólogo Joan Coromines.

       5. Desde 1950, los hermanos José y Enric Valor trataban de poner en funcionamiento la empresa de saltos hidroeléctricos Fetusa (Fuerzas Eléctricas del Turia y del Frainós, SA) junto con Francesc Soriano como socio con dificultades para satisfacer su parte de capital. El proyecto es frenético y absorbente, si tenemos en cuenta también la administración de las posesiones agrarias en la Foia de Castalla.

          6. En 1951 es miembro del Secretariat del Diccionari català-valencià-balear, pero deja el cargo y es ocupado por Emili Beüt. El mismo año, copublica en Ariel Rondalles gironines i valencianes, una adaptación de algunas ya aparecidas en los volúmenes de la editorial Torre.

           7. En los cursos 1953-1954 y 1954-1955, Enric Valor reaparece como profesor de lengua de Lo Rat Penat. En abril de 1955 presenta la dimisión tras la publicación de la conferencia de Domingo Fletcher sobre la identidad iberista del valenciano.

          8. Hacia finales de 1953, la editorial Barcino de Josep Maria de Casacuberta le publica Narracions de la Foia de Castalla, prologadas por Joan Fuster.

          9. Desde 1954 presta asesoramiento para el Catecisme de la Doctrina Cristiana, de la Delegación Diocesana de Catequesis de Valencia (1955). En 1954 participa en un cursillo en una residencia de sacerdotes jóvenes, con la participación del Rdo. Frederic Moscardó, Rdo. Vicent Sorribes, el P. Bernardí Rubert, Emili Beüt, Joan Fuster, un cura catalán sin identificar y Xavier Casp.

          10. El 5 de diciembre de 1958, el mecenas y escritor Nicolau Primitiu Gómez Serrano le comunica la elección como presidente de la Secció de Llengua de Lo Rat Penat. Participa con los también profesores Vicent Ferrís y Francesc Ferrer i Pastor en la revisión de la tercera edición de la Gramàtica valenciana de Carles Salvador, publicada por Sucesor de Vives Mora hacia mayo-junio de 1959.

          11. El 1959 imparte un curso de valenciano a la Universitat de València, dentro del programa de actividades organizadas por el Aula Ausiàs March. Además, participa en el elenco Un món per a infants, regalado por Empar Soriano (hija de Francesc Soriano) y publicado por Sucesor de Vives Mora (1959), utilizado como libro de lectura en los cursos de Lo Rat Penat. Valor aporta la adaptación de la rondalla «Història d’un mig pollastre» y el glosario final de todos los textos literarios.

             12. A principios de 1960 deja el cargo de presidente de la Secció de Llengua de Lo Rat Penat por causas poco claras y es sustituido por Josep Giner.

            13. Publica la serie breve «Cuestiones lexicográficas valencianas» en el suplemento Valencia. Suplemento dedicado a sus hombres, a su historia y a su tierra, del diario Levante (administrado por Francesc Soriano Bueso) entre el 13 de mayo y el 8 de julio de 1960.

          Todas estas circunstancias vitales combinan en mala aleación con otros factores que tienen que ver con el circuito literario en el que se podía insertar su novela, la primera de la posguerra que se redactaba en el País Valenciano, pero publicada con unos años de retraso. Habitualmente se ha atribuido a la actuación de la censura, pero no es así. Y llegados a este punto, es necesario hacerse al menos un par de preguntas: ¿qué posibilidades editoriales tenía Enric Valor de publicar su obra en Valencia? ¿En qué cajones y cuánto tiempo descansó el Aleix antes de ser presentada en 1959 a la censura? Esta última cuestión es todavía de respuesta incompleta, pero podemos formular una hipótesis con muchos visos de plausibilidad.

          En cuanto a las plataformas editoriales al alcance de este autor –algunas de las cuales ya le habían publicado obra rondallística y de narración breve–, hay que descartarlas prácticamente todas porque la línea editorial no preveía la publicación de novelas largas ni medianas. En tiempos de resistencia cultural como el franquismo, los géneros más cultivados e impresos en Valencia fueron la poesía, la narración costumbrista, el teatro agradable, el ensayo histórico, algunos materiales básicos de gramática y religiosos, y poca cosa más en los años 40 y 50. Se trata, pues, de un circuito editorial muy limitado a obras breves, con poco riesgo y de tiradas cortas, en muchas ocasiones por la existencia de un premio literario detrás, un compromiso personal o institucional.

           Enric Valor mantenía una relación más o menos cordial con el grupo de Torre (1949-1965), dirigido por los ya citados Casp y Adlert, pero no publicaban novelas largas. De hecho, a raíz de la publicación de la Gramàtica de Sanchis Guarner (1950), el déficit impide publicar unas novelas de Xavier Casp y Josep Sanç Moia previstas en el plan editorial. Por otra parte, Casacuberta le había abierto en 1953 las puertas de Barcino para las Narracions de la Foia de Castalla, pero no le podía ofrecer una plataforma para su novela. Lletres Valencianes (1948-1956) tampoco tenía tal perfil. Por tanto, en el País Valenciano –que es donde Valor dice que quería publicar L’ambició d’Aleix– no había otras posibilidades sino la casi autoedición o que una imprenta con trayectoria editorial lo hiciera. Y es así como entramos de lleno en los años en que Fuster y Valor incuban un proyecto de ediciones que no acabaría sin cuajar, entre 1954 y 1955. Al principio tantean la voluntad de Francesc Soriano Bueso, que parece que preveía un proyecto pero temía por la existencia de los grupos valencianistas de distinta sensibilidad; acto seguido pidieron apoyo a Adolf Pizcueta y empezaron a pedir algunos originales a autores de confianza[4]; finalmente, Fuster buscó el apoyo de un coterráneo de Sueca, Nicolau Primitiu Gómez Serrano, pero sin éxito; por su parte, Nicolau Primitiu iniciaba Sicània como proyecto personalísimo tripulado bajo su criterio.

           He aquí cómo aparecen dos nombres clave en el devenir de Aleix, los únicos que podían asumir el compromiso de publicarlo: Nicolau Primitiu y Francesc Soriano. Con respecto al primero, su personalismo deja fuera la obra de Valor, y no sabemos el motivo exacto. Con la creación de Sicània hacia finales de 1954, Nicolau Primitiu envió una carta a varios autores en la que les explicaba su proyecto editorial para «tota mena de publicacions per a tots los estaments culturals sens menysprear-ne nengú; començant, com és natural, per lo possible i convenient sens perdre d’esme què hi ha davant» y les anima a presentar originales.[5] Enric Valor no es uno de los destinatarios afortunados, posiblemente por sus entradas y salidas de los cursos de lengua de Lo Rat Penat, hecho que debió de enojar al de Sueca como presidente de la institución.[6] A fin de cuentas, Sicània sólo publicaría en la década de los 50 una novela de Beatriu Civera, Entre el cel i la terra (1956), y otras más en la siguiente.

          Por otra parte, tenemos a Francesc Soriano Bueso, valencianista de preguerra vinculado a Acció Nacionalista Valenciana, que mantenía una relación intensa con José Valor, hermano de Enric. Juntos participaron en negocios, el más ambicioso y desastroso de los cuales fue la creación en los años 50 de la sociedad para la explotación de saltos hidroeléctricos Fetusa. Soriano era propietario de la imprenta Sucesor de Vives Mora desde 1940 y administrador de Levante y Jornada, diarios del Movimiento en Valencia; un hombre bien considerado hasta que cayó en la desgracia que arrastró también a los germanos Valor a la cárcel en 1966, en calidad de cómplices.

         Sucesor de Vives Mora –en funcionamiento entre 1940 y 1976– no era ninguna editorial, sino una imprenta que asumía la impresión de obras de instituciones y editoriales. Entre 1949-1977 imprimió 110 títulos en catalán. Como libros de prosa de creación en esta lengua (cuentos y novela), entre 1959-1970 sólo publicó cuatro títulos no vinculados a ninguna editorial o encargo institucional, de lo cual se deduce que sólo contrajo algún compromiso puntual con los escritores Enric Valor (L’ambició d’Aleix, 1960) y Carmelina Sánchez-Cutillas (Conjugació en primera persona, 1969), con una novela por cada uno de ellos. L’ambició d’Aleix es la primera novela que Vives Mora publica sin un premio detrás ni editorial. ¿Fue un compromiso personal irrenunciable para Soriano para mantener la cordialidad con los germanos socios de Fetusa, cuando en realidad había problemas económicos graves que afectaban a la relación? ¿Hay una dilación meditada en la imprenta? ¿Quizá esperaban un tiempo mejor, una mayor apertura de las condiciones de la censura? Con toda certeza, no lo sabemos, pero sorprende que Enric Valor asegure tantas veces que los plomos de la novela estuvieron tanto tiempo preparados esperando la respuesta de la censura. Como veremos enseguida, el trabajo del censor fue ágil y no frenó morosamente la autorización.

       2. Análisis del expediente de censura 3322/59

         Cualquier expediente de censura, desde julio de 1945, tenía una documentación establecida por el Ministerio de Educación Nacional, del cual dependía la Subsecretaría de Educación Popular, dentro de la cual encontramos la Dirección General de Propaganda y la Sección de Censura de Publicaciones. En el año 1952, durante el mandato de Gabriel Arias-Salgado y de Cubas al frente del Ministerio de Información y Turismo,[7] el BOE publicaba una «Orden por la que se reorganiza el Servicio de Lectorado de la Dirección General de Información».[8]

Éstos son los documentos que constan en el expediente 3322 incoado en 1959:

1. Ficha de la obra

2. Solicitud del impresor (27-VII-1959)

3. Documento de entrada de la obra (27-VII-1959)

4. Mecanoscrito (150 páginas)

5. Informe del lector número 16 (8-VIII-1959)

6. Comunicación al editor con instrucciones (sin fecha)

7. Solicitud del editor de autorización de la obra revisada (14-VI-1960)

8. Galeradas de los dos últimos capítulos (p. 209-240)

9. Resolución favorable de autorización (13-VII-1960)

10. Documento de depósito de 3 ejemplares (31-X-1960)

11. Autorización definitiva de circulación (31-X-1960)[9]

        Con la obra presentada en doble copia en Madrid el 27 de julio de 1959 por Antonio González Boix, regente de Sucesor de Vives Mora, el paso siguiente era abrir la ficha y esperar el informe del lector. En este caso, el número 16 corresponde a Manuel Sancho Millán,[10] que el día 8 de agosto de 1959 firmaba el informe con esta descripción de la obra e instrucciones:

«Un muchacho que convalece en una finca de la sierra de Aitana es atendido por la esposa del administrador de su madre, mujer guapísima y 40 años más joven que su marido, con quien se había casado presionada por sus padres para liberarse de la pobreza en que habían caido, y sin importarles su historia negra de patrón de barco y armador acusado de negocios sucios y hasta de un crimen.- El muchacho y su enfermera simpatizan y acaban enamorándose, pero, de momento, no pasa de ser un amor platónico. El, una vez repuesto, se vuelve a Valencia para reanudar sus estudios y solo se ven y comunican durante las vacaciones que aprovechan para hacer excursiones y hablar de literatura y música. Y, últimamente, del amor, que ha dejado de ser platónico, para terminar en adulterio.- Arreglado el final, págs. 148/150, no tenemos inconveniente en proponer su autorización.» (sic)

         Para el lector, la novela sólo atacaba a la moral en el punto del adulterio final. En el mecanoscrito conservado, se ven las marcas del lápiz rojo en las páginas 148-150, que son las tres últimas de la obra.

         Si seguimos el calendario de gestiones e informes, llegaremos a unas conclusiones iluminadoras para entender que el proceso estrictamente de censura es en realidad ágil:

Primera parte de las gestiones (1959)

Fecha de entrada de la solicitud del editor: 27 de julio de 1959.

Fecha del informe del lector Manuel Sancho Millán: 8 de agosto de 1959.

Fecha de remisión del informe de censura a la editorial: 17 de agosto de 1959 (tres semanas desde la entrada).

Segunda parte de las gestiones (1960)

Presentación de las galeradas por el impresor Antonio González Boix: 14 de junio de 1960.

Lectura de las galeradas e informe favorable de Manuel Sancho Millán: 8 de julio de 1960.

Resolución de autorización de la publicación: 13 de julio de 1960 (un mes tras la entrada).

Tercera parte de las gestiones (1960)

Depósito de los tres ejemplares impresos: 31 de octubre de 1960.

La lectura del censor y la redacción del informe tardan 11 días.

Las segundas galeradas tardan unos 10 meses a ser compuestas y presentadas.

La comprobación de las galeradas por el lector se retrasa 3 semanas.

El proceso de edición se alarga 3 meses y medio.

         Total del proceso: 15 meses, de los cuales 13 y medio son de revisión del autor y de impresión. Por tanto, el trabajo de la censura –aunque burocrático– es ágil y ocupa un mes y tres semanas en total. Así pues, queda demostrado que la censura no frenó morosamente la autorización como se ha dicho, sino que la depuró y obligó a su revisión para autorizarla, hecho que tardó más de un año.

         Y vuelvo ahora a plantear la cuestión: ¿en qué cajón y cuánto de tiempo durmió Aleix antes de ser presentado a la censura? En el fragmento de entrevista que anotábamos al pie al inicio de nuestro trabajo hemos visto que Valor recuerda el hecho con una cierta desazón, como si el mecanoscrito estuviera retenido durante años en las dependencias de la Sección de Inspección de Libros de la Dirección General de Información. Ahora sabemos que no fue así y que quizá habría que preguntar a los gerentes de Sucesor de Vives Mora qué pasó en realidad en los meses o años previos a la primera gestión.[11] Lo que sí que es auténtico es el papelito sin firma que llegó a la imprenta en el verano de 1959 que decía «Suprimase lo indicado en las páginas 148-149 y 150 o una nueva redacción sin adulterio. Presentese nuevas galeradas impresas» (sic). Ello nos indica que también les llegó una copia del mecanoscrito con las tachaduras rojas –uno de los dos que se había presentado a la censura–, hecho que Enric Valor no recuerda y que hasta ahora no ha aparecido.

         3. Los efectos de la censura en L’ambició d’Aleix

         Como acabamos de ver, el lector emitió el informe prescriptivo para proseguir la tramitación administrativa de la obra. Conviene decir que Antonio Sancho Millán era un lector, digámoslo así, benévolo si lo comparamos con otros. Evidentemente, en el año 1959 no se le podía escapar la consumación de un adulterio dentro de un régimen nacionalcatólico de observancia estricta, pero su trabajo de análisis no es completamente escrupuloso porque a lo largo de la versión original de L’ambició… hay suficientes indicios adúlteros desperdigados que no fueron censurados. Yo he encontrado casi una veintena –sin ser demasiado exhaustivo– de pensamiento, de palabra y de obra, que fueron mantenidos –a veces, con algún cambio estilístico, pero no de contenido– en la edición de 1960 porque no existía ninguna advertencia (cito en primer lugar la página del mecanoscrito y, a continuación, la de la edición autorizada):

         1. «s’havien hostatjat en ell nous poderosos sentiments: l’afecte per la seua promesa, l’atracció indefugible que exercia en ell la bellesa i el tracte càlid de Pauleta...» (p. 3/p. 31).

        2. «era natural que una dona tan atraient i formosa, tan afectuosa i tendra envers ell, que el coneixia i l’apreciava com a un minyó –n’estava cert– li desvetlàs algun pensament d’home granat. Però no hi podia haver més.» (p. 25/p. 42).

          3. «Aleix era a frec d’una boca vermella i adelerada. Una mena de follia se l’enduia; sentia la temptació d’engrapar ansiosament amb les seues mans àvides les mòrbides i sedenques espatles, de prémer amb els seus els llavis d’aquella adorable dona dissortada. El contenia, però, un antic sentiment de deferència. Va ser Pauleta qui se li acostà, li prengué el cap amb les mans com a un infant bell que volem contemplar de fit a fit i el va besar llargament en la boca, amb un bes xardorós. Després, bruscament, i en silenci, se’n va eixir de l’estança. Aleix s’assegué vora la taula i el cor se li omplia a vessar d’una congoixa mai no sentida, i el món i el silenci total que l’envoltava li semblaven plens d’un campaneig d’albada d’una nova vida.» (p. 77-78/p. 119-120).

          4. «Quan el matrimoni se’n pujaren a amanir l’estufa, Pauleta i Aleix quedaren front per front asseguts en els dos racons de la llar. Ella sentia inquietud i una forta rubor li pujava a les galtes. Temia aparéixer com a dona lleugera; que no hagués estat compresa la seua amor. Però, de seguida, desterrava aquell indigne i penós pensament. Aleix, tan intel·ligent, d’una tan exquisida sensibilitat i tan apassionat com esta(va) per ella –¡certament!–, ¿com anava a pensar a tort? A més, es deia, tot havia estat un somni, un deliri, una cosa que no havia de tornar mai més. ¡Sobretot per ell, aquella follia no devia tornar a cometre’s. Però ara, ja, Aleix, amb l’empemta de l’home jove, volia dur avant aquell emocionant esdeveniment.–És sortós açò que ens esdevé –deia–; sembla un clar indici que Algú superior a nosaltres troba bé el nostre voler.» (p. 81-82/p. 123).

           5. «–N’estàs penedida? –va preguntar-li en to de reprotx.

Pauleta se li girà de cara i Aleix veié que dues llàgrimes silencioses corrien per les seues galtes. Ara fou ell qui l’abraçà estretament i la besà en la boca.» (p. 89/p. 134).

          6. «Aleix se’n meravellava de la blanor i bona disposició del temible don Macià, de l’home de presa a les ires del qual tan arriscadament s’exposava fent-ne l’amor a la muller.» (p. 90-91/p. 137).

            7. «Llavors, dins el seu record, com una roja flama, va veure que li sorgia el somrís amorós de Pauleta. Recordà el tast saborós dels seus llavis, l’esguard càlidament tranquil, prometedor de tots els deliris del Paradís.» (p. 92/p. 139).

             8. «Dins seu, era, però, tan poderosa la força que l’empenyia envers Pauleta, era tan ardent el seu desig i tan forta la seua predilecció, que la impaciència se li tornava dubte i prenia mil formes de gelosia i de neguit. No aconseguia fàcilment una calma pregona.» (p. 94/p. 141).

            9. «encara li cremaven els besos de la casada i li ho enfosquien tot. Sols hi restava el sabor de la boca lliurada, la pregonesa dels ulls castanys mirant-lo amb un escalf i una passió que ell fins ara no havia conegut.» (p. 112/p. 168).

         10. «Ell venia també. Calia comptar amb la seua detestable presència. «Ell», que ja no era res, que ja no devia ser-li rival; però que encara tenia tota la força d’un legítim propietari.» (p. 113/p. 170).

         11. «I Pauleta el va mirar amb fixesa i els seus ulls expressaven amor i una decisió llargament meditada.

–Aleix, ara crec en nosaltres, en tu i en mi, i he vist clara la nostra destinació.» (p. 115/p. 172).

        12. «i pensava en el seu amor, i aleshores el trobava tan pur, que no li semblava que lliurar-s’hi poguera ser una profanació de la nit emotiva i innocent del Naixement del Senyor» (p. 119/p. 178)

        13. «Aleix tancà el portó. Ara veia que no estaven foscs del tot; de dins la casa els arribava la claredat. Tot olorós de camp, la va abraçar estretament i la besà en els llavis.» (p. 120/p. 180).

         14. «Pauleta es va despullar amb una certa temor. El to de les darreres paraules d’Aleix, el seu esguard... Ella n’estava convençuda que el jove vindria al seu costat quan es fera el silenci en la casa [...] Estava plena de dubtes i de remordiments, alhora que d’una cobejança d’autèntica felicitat, d’un desig de fer-se escàpola, malgrat fóra uns minuts, de la seua fosca i rutinària vida d’ensopiment.» (p. 122-124/p. 183-185).

         15. «–No deus patir, Aleix –ella l’interrompé–. Et compliré totes les promeses que t’he fet.» (p. 126/p. 188).

         16. «Ella se li va acostar. Ell seia vora la taula i davant seu tenia obert un llibre de legislació.Pauleta era una altra dona, ben diferent a com havia estat, i sobretot, ben altra de com ella mateixa s’havia arribat a creure. També per a ella Aleix era un home diferent; era un home nou, acabat de conéixer. Sentia un desig vehement d’acariciar-lo; un entusiasme corprenedor, entendrit, la menava envers un món de delícies.S’inclinà sobre Aleix, que l’esguardava amb continguda i silenciosa passió, i es feren una besada assedegada i llarga.» (p. 127-128/p. 189-190).

       17. «Aleix es donava a les evocacions i a les imaginacions, i no cessava de rememorar la meravellosa aventura d’amor que havia començat en les altes terres de l’Aitana.» (p. 132/p. 196).

          Así pues, podemos decir que el adulterio no desaparece en la primera edición autorizada, sino que solamente se le hace eliminar la consumación del acto sexual, descrita por Valor en estos términos tan velados y poéticos tan suyos:[12]

«Aleix la féu girar de cara a ell i l’abraçà estretament i la besà en la boca una i una altra vegada, moltes vegades, sense deixar-li prendre alé. Llurs polsos colpejaven ràpidament, i ells, cada un d’ells, sentia els glatits del cor de l’altre en la seua pròpia carn. Aleix murmurava alguna cosa estranya i discordant, i la seua veu sonava enronquida i fosca. Pauleta era ara més que mai una dona esplèndida i enamorada; començava de debò a viure la seua pròpia vida; els seus ulls tenien una divina guspira, una inusitada decisió, un principi de delitós frenesí.

Tots dos relliscaren dolçament, suaument, fins a ajaure’s en l’herba no petjada per ningú fins en aquells moments. Una llum estranya els duia en uns temps mítics, en un món meravellós i sinistre; creien trobar-se en una època llunyana i pressentida. I allí, en la solitud acollidora del cim, embriacs d’amor, deslliuraren els ressorts meravellosos de l’instint, i totes les recances, tots els dubtes i temor, totes les penes antigues, quedaren oblidats.

Algun temps després, encara tremolosos de felicitat, Aleix i Pauleta, ja vers amants, tornaren a les hortes.» (p. 148-149).

           Es más: se puede asegurar que en L’ambició d’Aleix hay dos adulterios, el segundo de los cuales es el protagonizado por Vicenteta y por el fiel Mingarro, sólo intuido,[13] quien entiende perfectamente la relación amorosa entre Pauleta y Aleix:

«En sentir-los arribar de tornada, alçà la broncejada cara i es mirà la parella amb palesa satisfacció. ¡Així devia anar el món, no tant contra natura!

[...] El criat va dir que ell encara no podia anar-se’n; [...] allò era clarament per deixar-los sols en la tornada, a ells que ara sí que devien tenir bons ulls d’enamorats.» (p. 149, con cambios de acción en la p. 222 de la edición de 1960).

           Lo que decimos no es trivial en un tiempo de represión sexual en el que tocar el brazo de una mujer casada estaba mal visto y podía hacer pensar en una disposición favorable al adulterio –según la opinión, sobre todo, de la Iglesia católica, observadora estricta de la moral.[14] El adulterio, desde el mayo de 1942 era considerado un delito que se consignó en los artículos 449 y 452 del Código Penal de 1944 y no fue despenalizado hasta el 1978.[15] Los besos, pues, son mucho más que una caricia en el brazo, pero parece que el censor tiene un criterio más relajado y no se detiene en estos anuncios del adulterio final.[16]

           Al llegar la respuesta de la censura, Enric Valor debió de quedar afectado. El malestar que le crea se añade a la tardanza inexplicable que nadie le quiso explicar y que él desconocía. Así, debe rehacer la novela si quiere publicarla; su primera novela. Con el ansia de quien se sabe escritor, reescribe el último capítulo «Pasqua florida» y lo desdobla en dos: «Pasqua florida» y «L’home dolent». De este modo, Aleix pasa de los 13 capítulos iniciales a 14, con estos cambios de concepción como más notables, que ofrezco a modo de ejemplificación:[17]

 

Mecanoscrito presentado en 1959

Edición autorizada de 1960

Relación con Lluïsa (prometida de Aleix)

«Aleix havia tornat a ser el promés amorós de cada dia; ara era degut que vera la seua mare i el seu terreny.
El voler de Lluïsa per Aleix era seré com una aigua pregona» (p. 141)

«Aleix li era el promès estrany de sempre; ella no el trobava gaire canviat en els darrers temps, és a dir, en la segona edició del festeig. Quasi li plaïa, doncs, de quedar-se uns dies sola i poder pensar calmosament en totes aquelles coses. Les passades adversitats i el pas del temps anaven fent-la dona, i dona reflexiva, i tendia a retallar el vol de les il·lusions i a cercar l’objectivitat. Aleix trobà el voler de Lluïsa, en aquell comiat, potser massa serè.» (p. 210)

Visión de Don Macià
(marido de Pauleta)

«¡Que formosa els aparegué Pauleta i que vell don Macià!
Després de dinar, el vell i Teresa dedicaren moltes hores a parlar dels negocis [...]» (p. 143).

«¡Que formosa els aparegué Pauleta i que vell don Macià! Els anys, per ell, passaven a grapats.
Després de dinar, el vell i Teresa dedicaren moltes hores a parlar dels negocis [...]» (p. 212).

El reencuentro en el saloncito

«Aleix la trobava meravellosa; ella el fitava amb ulls pensarosos, profunds, amb mirada seriosa i enamorada.
Després de tancar Aleix la porta del salonet, havien tots dos restat drets, muts, mirant-se en els ulls, i no queien un en braços de l’altre, malgrat saber-se segurament isolats.» (p. 143)

«Aleix la trobava meravellosa; ella el fitava amb ulls pensarosos, profunds, amb mirada seriosa i enamorada. El trobava bell, s’oblidava de tot el que els era aliè, sentia en el pit un tendríssim arravatament. Van cloure al seu darrere la porta i van besar-se adeleradament. Aleix la besà en els llavis i respirà la fragància de la seua pell i el perfum de la seua tova cabellera. Per uns moments, amb por que entressin, ella es va lliurar com en un somni als besos de l’home que estimava, i no en sentia recança: el creia l’espòs esperat, que apareixia miraculosament enmig de la seua vida de melangia i de desolació.» (p. 213)

Resultado de la salida al campo de la pareja con Mingarro

«Aleix la féu girar de cara a ell i l’abraçà estretament i la besà en la boca una i una altra vegada, moltes vegades, sense deixar-li prendre alé. Llurs polsos colpejaven ràpidament, i ells, cada un d’ells, sentia els glatits del cor de l’altre en la seua pròpia carn. Aleix murmurava alguna cosa estranya i discordant, i la seua veu sonava enronquida i fosca. Pauleta era ara més que mai una dona esplèndida i enamorada; començava de debò a viure la seua pròpia vida; els seus ulls tenien una divina guspira, una inusitada decisió, un principi de delitós frenesí.
Tots dos relliscaren dolçament, suaument, fins a ajaure’s en l’herba no petjada per ningú fins en aquells moments. Una llum estranya els duia en uns temps mítics, en un món meravellós i sinistre; creien trobar-se en una època llunyana i pressentida. I allí, en la solitud acollidora del cim, embriacs d’amor, deslliuraren els ressorts meravellosos de l’instint, i totes les recances, tots els dubtes i temor, totes les penes antigues, quedaren oblidats.
Algun temps després, encara tremolosos de felicitat, Aleix i Pauleta, ja vers amants, tornaren a les hortes.» (p. 148-149)

«Aleix mirà els ulls admirats de l’estimada; agafà les mans amb un frenètic abelliment; sentí una intensa exaltació del seu amor, travessada, però, per una onada de puresa. En aquest retrobament de pasqua florida, al cap de la llarga absència, havia tingut més plenament que mai la revelació de la grandesa del voler que havia sorgit entre ells. No cabia en la seua ment cap imaginació que li fes veure la seua relació amb Pauleta com una simple aventura galant. La desitjava, però ensems la reveria. Junt amb la bellesa completa d’aquella dona, el que més hi adorava era la seua serenor, la seua senzilla dignitat, la majestat i delicadesa de les seues maneres, la finor de sentiments que tot allò palesava. Avui no es penedia del propi capteniment en aquella passada, inoblidable nit de Nadal, puix que la inesperada arribada de don Macià hauria donat, al fet meravellós d’anar a lliurar-se-li Pauleta, un caire baix i vodevilesc. En el fons del fons del seu esperit, la unió total amb ella li hauria agradat rere unes noces en la grandiosa església del seu poble: harmònium torrencial d’Adolf, cerimònia commovedora, epístola, encens que puja dolçament, calmosament cap a les voltes il·luminades per l’or vell i vacil·lant de les flametes de la cera. ¡Ah, allò era el que podia fer joc amb l’amor d’aquella dona excelsa! [...]
Allí en la solitud, sota la puresa del cel i sota l’influx de l’amorosa companyia, experimentà llargament, delitosament aqueix complexíssim barreig de sentiments de desig, de tendresa, d’adoració. Després parlaren tot sentint, com mai, encadenades per l’amor llurs ànimes commogudes [...]. Però conversaren −¡ella també!− com dos promesos inexperts [...]
[...] Aleix, però, sentí vergonya d’induir Pauleta a ser amada com una vulgar pastora, per molt virgilià que allò fos i per moltes lleis còsmiques fatals que hi poguessin intervenir... [...] Pauleta mereixia la suavitat i el secret del tàlem d’una reina.
L’abraçà estretament, adolorant-la; la besà una i cent vegades més amb desolada cobejança.» (p. 220-222)

Reacción de Mingarro

«En sentir-los arribar de tornada, alçà la broncejada cara i es mirà la parella amb palesa satisfacció. ¡Així devia anar el món, no tant contra natura!
[...]
El criat va dir que ell encara no podia anar-se’n; [...] allò era clarament per deixar-los sols en la tornada, a ells que ara sí que devien tenir bons ulls d’enamorats.» (p. 149)

«En sentir-los arribar de tornada, alçà la bronzejada cara i es mirà la parella amb palesa satisfacció. ¡Així devia anar el món, no tant contra natura! Tot cofoi, s’avançà a donar a Aleix la jaqueta, que li havia despenjat de la branca
[...]
Mentre que el Mingarro arreplegava les eines i el cistell i es disposava a tornar-se’n al poble, parlaren de les atractives coses de la terra, i, això, de tal manera que semblava anticipar-se’ls en la boca el sabor dels fruits que encara haurien de venir.» (p. 222)

Hechos posteriores

Aleix está solo en su dormitorio, repleto de felicidad, «resolts tots els seus neguits».
«I s’adormí creent que li havia arribat ja aquella esperada, gloriosa plenitud». (FIN) (p. 150)

«Abans de gitar-se, va entrar al seu despatx i volia posar en ordre algunes de les seues coses sols perquè aquesta curta activitat li servís d’esbargiment. Va asseure’s vora la taula i es va sentir capficat i contrariat, que no pas dissortat, i sense ganes de fer res.» (p. 223)
Aleix se va solo a pasear el último día de vacaciones de Pascua, por el camino de Guadalest, y toma dos decisiones: romper su relación con Lluïsa e irse con Pauleta. (p. 224-225)

Desenlace

No hay tensión, sino la sublimación de la conquista amorosa y el futuro incierto que se abre ante él.

Aleix finaliza los estudios en Valencia, continúa una relación distanciada con Lluïsa (de ahí el título del capítulo “L’home dolent”) y vuelve al pueblo en verano.
Aleix va haciendo los preparativos en Alicante con el amigo Adolf para el viaje a Perpiñán con Pauleta.
Se escriben cartas con las instrucciones de la fuga y Aleix revisita los paisajes.
Don Macià está enfermo desde hace tres días.
Aleix se acuesta: «I s’adormí creient que li havia arribat ja aquella esperada, gloriosa plenitud.» (p. 240)
«A l’endemà, es va saber: l’administrador de Teresa, l’avellat don Macià, havia mort.» (p. 240)

La tensión se crea con la muerte de don Macià antes de escapar a Perpiñán, tal como habían planificado.

         4. La insatisfacción perenne de Enric Valor

          Enric Valor no es un novelista maldito a quien la censura desmonta las novelas, o le frena los expedientes o está en la lista negra de autores que es necesario leer con detenimiento y sin compasión. Hasta el año 1959, sus narraciones breves y rondalles habían pasado sin problemas el proceso; por lo tanto, era un autor sin antecedentes, como queda reflejado en el documento de entrada de la Sección de Inspección de Libros de 27 de julio de 1959.[18] Sólo con motivo del primer volumen de las Rondalles valencianes (Editorial Torre, 1950) hubo una suspensión fechada en el 11 de junio de 1949 en el expediente 2732-49. La obra fue autorizada dos días más tarde por orden directa del valenciano Juan Beneyto Pérez, jefe de la censura, por tratarse de un libro que tenía que editar su admirado poeta Xavier Casp, a quien conocía de sus andanzas provalencianistas en la preguerra. Los otros dos volúmenes fueron autorizados nada más entrar en el registro sin ningún comentario.

       Pero la primera novela de Valor tenía un riesgo que él quiso asumir: narrar un adulterio en los años 50. Debió de dudar sobre cómo resolverla –ya lo hemos visto en los fragmentos de la correspondencia con Joan Fuster–, y cambió la boda que había previsto hacia 1953 por un acto tipificado como delito y pecado. Quizá, ¿probar por probar, aprovechando la arbitrariedad en la aplicación de los criterios por parte del cuerpo de lectores del lápiz rojo...?

        Lo cierto es que aquel tijeretazo se le quedó clavado veinte años, hasta que volvió a publicar L’ambició d’Aleix en el volumen tercero de la Obra Literària Completa (1982). Hasta el año 1981, que es cuando presenta Sense la terra promesa (Ed. Prometeo), ninguna otra novela suya sale del cajón y se ocupa, entre otros trabajos culturals, en la preparación de obras lingüísticas y en la reedición y redacción de nuevas rondalles para la editoriales valencianas L’Estel y Gorg, antes y después de salir de la prisión, donde estuvo recluido 28 meses entre 1966 y 1968 con su hermano y Francesc Soriano.[19]

       La edición de 1982 –que reunía L’ambició d’Aleix, La idea de l’emigrant, Narracions de la Foia de Castalla y Narracions intranscendents –posteriormente denominadas éstas últimas Narracions perennes en Ed. Gregal– recupera el adulterio y mantiene los 14 capítulos en los que la había estructurado en 1960, pero se trata de una reescritura si la comparamos con el mecanoscrito. Al final, la tensión se crea con la fuga secreta de los amantes, ahora sí, a Perpiñán. La madre de Aleix concentra las informaciones: una carta desde Perpiñán unos días más tarde y un telegrama al día siguiente desde La Vila Joiosa les comunica la muerte de don Macià.[20] Lo que había quedado en un simple plan concebido por Aleix sin realizar (la fuga a Perpiñán), ahora despliega todo el riesgo para los amantes y la sorpresa de la muerte del viejo y enfermo Macià, un hecho que les deja en libertad para que su amor prospere.

       La edición siguiente de L’ambició es una traducción al castellano del propio autor para Plaza&Janés de Barcelona, publicada en 1987 y realizada sobre la edición en catalán que corría entonces en Gregal. Para encontrar la siguiente, nos tenemos que trasladar hasta los últimos años del escritor, con un cambio substancial en la concepción de esta novela: en el año 1994, Valor decide cambiar el punto de vista narrativo omnisciente por un narrador en primera persona, Aleix, es decir, homodiegético intradiegético. Era uno de los recursos que ya había experimentado en el llamado «Cicle de Cassana», magnífica trilogía sobre el primer tercio del siglo XX de su tierra natal, recurso que ahora llegaba a aquella primera novela de la cual no pudo desembarazarse nunca; aquella «maravillosa aventura de amor que había empezado en las altas tierras de Aitana», tildada de idealista, romántica y rosa por el autor. Enric Valor sale victorioso en esta reescritura,[21] ciertamente una construcción literaria diferente que deja atrás en cierta medida los moldes decimonónicos más habituales en su obra novelística. En palabras de Vicent Escrivà (1997, 28), esta reescritura «ens ajuda a comprovar el procés evolutiu de la teoria literària i de la tècnica novel·lística, i el model de llengua inicials que l’autor perfecciona amb el transcurs del temps, i amb la lectura reflexiva de diversos teòrics i crítica de la literatura». Y continúa: «Enric Valor és un magnífic arquitecte de relats, força exigent i meticulós amb el món narrat que proposa. I, a més, com a reformador de les construccions ja realitzades, resulta incansable, inflexible. I metòdic. Així és com s’erigeix en un dels comptats autors [...] que podem resseguir en la inlassable reformulació d’un text».

         ¿Insatisfecho? Seguramente. ¿Obsesión? Es muy posible. Fabulación personal, o no tanto, es normal que cualquier escritor de la época pudiera sentirse víctima de la censura ante la carencia de libertad de expresión (Abellán: 1980, 94). La censura, como elemento interiorizado y, por tanto, imbricado con la propia creación, se convierte en un fantasma susceptible de ser convocado a partir de la mínima sospecha por parte del autor en sus relaciones con la censura, y a veces se producen efectos que nada tienen que ver con la misma. Sin duda, el campo de la censura está lleno de sorpresas, y también de paradojas. Por ejemplo, la del autor (o también la del editor), que consiste en no poder hablar, en líneas generales, de una fuerte inicidencia de la censura, porque si así lo hiciese su propia obra quedaría desvalorizada. Desde esa premisa, se producen efectos paradójicos (pero siempre desde esa premisa): hiperbolizando su influencia, negando rotundamente la misma e incluso diciendo que fue un factor positivo de creación, etc. En general, y si esa es una premisa válida, por así decirlo, en el plano social, en el plano creativo, se parte de otra premisa igualmente falsa: la de que el autor es dueño y señor de su obra (concepción teológica del arte), cuando las cosas ocurren ciertamente al revés: es la obra la que crea al autor y no a la inversa. Por ello, tener en cuenta la influencia de la censura (y de su correlato, la represión) es producir un efecto desmitificador, que no desvalorizador. La paradoja es que esto ocurre siempre, haya o no censura institucional.[22]

            Con esta última versión de L’ambició d’Aleix, dictada directamente a su hijo, parece que Enric Valor cerraba definitivamente aquel mal vivido episodio inicial de su trayectoria como novelista.

             5. Anexo documental

                I. Solicitud de Sucesor de Vives Mora (27-VII-1959)


II. Informe del lector Manuel Sancho Millán (8-VIII-1959)


III. Páginas censuradas del original (148-150)


IV. Comunicación al editor con instrucciones (s. f.)


V. Solicitud del editor de autorización de la obra revisada (14-VI-1960)


VI. Resolución favorable de autorización (13-VII-1960)

 


6. Bibliografía

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NOTAS



[1] Este trabajo es una traducción con algunas adaptaciones del publicado con el título «L’ambició d’Aleix i la censura: història de l’expedient 3322/59» en Ítaca. Revista de Filologia 2 (2011), Universitat d’Alacant, Departament de Filologia Catalana, p. 205-239. Fue presentado en el Simposi Enric Valor (Alicante, 4-6 de noviembre de 2011). Edición en línea: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/24243

[2] Decía así el propio Enric Valor: «Al cap d’anys de prohibició, ja estava feta en plom; pesava 1.200 quilos, lo que passa és que l’eixa [imprenta] era d’un nacionaliste, de Paco Soriano, i estava ahí. Però el Sr. López, que és el que portava la impremta, deia: «Què fem d’això, ho tire a la caldera ja?». I jo dic: «No, espere’s a vore si escriuen de Madrid». I l’any 60 van enviar una nota i em va cridar per telèfon el Sr. López: «Ja ha arribat una carta de la censura». «Um, pos ara vaig». Vaig anar, i en la carta hi havia un tros de paper blanc que feia: «Se publicará sin adulterio», sense cap firma ni res, per a que Europa no sabera que hi havia una gran censura terrible contra el català ací. Perquè Franco enviava la Serra d’Or i tot i feien exposicions en París per a dir que no es perseguia cap cultura. Fals tot això. I aleshores, el Sr. López diu: «O va, la imprimim o a la d’això... on desfan el plom, a la caldera, i jo dic: «Pos mire, deixen-me i ara canviaré... Perquè, clar: lleves un adulteri i has de canviar els tres capítols que vénen a continuació, i vaig fer una altra novel·la... diferent. I... després ja es va publicar, quan es va morir Franco, ja es va publicar bé, però no li havia llevat completament el tuf de la censura. Perquè, damunt, és una novel·la massa idealista, una cosa de joventut, i quan l’escrivia estava pensant en Franco i en si me la deixarien passar, i totes eixes coses. Total que no va ser... Era la segona novel·la que escrivia jo: la primera, aquella que es va perdre, aquella d’El misteri del Cannadian, i la segona, eixa. I... i no podia ni llegir-la... Després la va publicar molt bé Gregal, va fer una edició molt bonica, molt bona». Entrevista filmada, ofrecida por Enric Valor al Col·lectiu L’Olleria en 1996 (minuto 8.00-10.02 de la versión final publicada).

[3] La correspondencia entre Joan Fuster y Enric Valor, inédita aún, me ha sido facilitada por Josep Daniel Climent y por la Casa Fuster de Sueca por medio de Francesc Pérez Moragón, a los cuales agradezco su inmensa colaboración cuando preparaba este texto.

[4] Estas entrevistas personales o comunicaciones por carta son de junio de 1954 (con Francesc Soriano), febrero del 1955 (Adolf Pizcueta) y mayo de 1955 (Nicolau Primitiu). Pero en 1947 ya rondaba por la mente de Soriano la creación de una editorial como sociedad anónima con el poeta i activista Ricard Santmartín y el polifacético Carles Salvador. Véase la carta de 23-V-1947 en la que Miquel Adlert lo comenta a Sanchis Guarner, en Cortés (2005, 82-83).

[5] Debo esta información tan relevante a Josep Daniel Climent, que me ha facilitado generosamente el documento enviado por Nicolau Primitiu Gómez Serrano titulado «Pentàleg».

[6] Aun así, en 1958 Nicolau Primitiu requirió los servicios de Valor para hacerse cargo de la presidencia de la Secció de Llengua de Lo Rat Penat. Entonces ya debía de tener algún trato para la edición de la novela con Soriano Bueso y la imprenta Sucesor de Vives Mora.

[7] Arias Salgado fue nombrado mediante un decreto de 19 de julio de 1951.

[8] Orden de 7-III-1952, publicada en el BOE de 21-III-1952.

[9] Véase el anexo, en el cual reproducimos algunos documentos del expediente de censura. Vaya aquí mi agradecimiento al AGA por la reproducción de toda la carpeta 3322/59.

[10] Otros lectores de literatura catalana en aquellos años eran Román Perpiñá Grau, Luis Miralles de Imperial y Gómez (lector de las Rondalles valencianes) y el franciscano fray Miguel Oromí Inglés, que tenía una aversión notable –y explícita– a los besos en las novelas.

[11] Sin ánimo de juzgar el papel de Francesc Soriano Bueso en este asunto, aportamos un comentario de Miquel Adlert en una carta a Sanchis Guarner de abril de 1949, sobre los preparativos para la edición de la Gramàtica de Sanchis en la editorial Torre (1950): «Passem a Soriano la nota de les mides del paper i no cessarem de punxar-li fins que sapiam que ha estat enviat, perquè ja saps el caràcter de Soriano i la calma amb què es pren totes les coses» (Cortés: 2005, 108).

[12] ¿Elegancia en la narración? ¿Autocensura? Para Eduardo Ruiz Bautista (2008, 96), «La autocensura que ejercían los autores sobre sus creaciones les absolvía de presentar a censura descripciones sexuales demasiado “descarnadas” o, mejor dicho, excesivamente crudas, quizá en la senda del erotismo y la pornografía. Sin embargo, las mejillas de los censores se arrebolaban con una facilidad prodigiosa y éstos no perdían ocasión de sacar a relucir su pudibundez por pueril e inane que fuese el pretexto».

[13] «–Vol que li diga en confiança?... L’he posada jo bona... amb quatre xanxes que li he gastat d’ençà que el pobre del marit... Aleix se’l tornà a mirar de fit a fit. I comprengué.» (se mantiene sin ningún cambio en la edición de 1960

[14] Planteé esta cuestión a un cura de edad avanzada, nada sospechoso de ultraconservador, que en los años 50 estuvo comprometido con la creación y expansión de la JOC. Su respuesta fue tajante: «era una opinión general en la Iglesia que todo podía empezar tocando la mano, ir subiendo por el brazo y a partir de aquí...».

[15] Si se demostraba el adulterio, la pena era de prisión menor (de seis a doce años).

[16] Sobre esta aplicación personal de los criterios que comentamos, varios autores califican a algunos censores de benevolentes. Ello, claro está, es aplicable si los comparamos con otros más cavernícolas. Sobre los diferentes talantes censores, Abellán (1980: 87-96) explica que el terreno de la moral sexual era el menos propio para la censura y que dependía mucho del talante del lector.

[17] Además de la reestructuración del último capítulo en otros dos y de los cambios obligados en la trama final, sería interesante realizar unas prospecciones de los cambios lingüísticos y literarios. Este estudio nos aportaría luz sobre el llamado «barcelonismo lingüístico» de Enric Valor en aquellos años. Como ejemplo, cito un fragmento de una carta de Sanchis Guarner a Francesc de Borja Moll del 22-X-1959 en la que se muestra preocupado por tal hecho: «ara s’ha plantejat dins el valencianisme un problema lingüístic important. En Fuster i En Valor han decidit escriure amb morfologia barcelonina, mentre que els altres escriptors valencians volen conservar les desinències verbals regionals. Valor, influït per Giner i per mi, vacil·la, però Fuster, molt interessat a triomfar a Barcelona, s’hi manté.» (Cortés: 2005, 220). Hay muchísimos testimonios sobre las disputas entre los escritores y filólogos valencianos de la época.

[18] Quizá uno de los casos más llamativos de este modelo sea el de Pedrolo, cuya obra sufrió retrasos notables, revisiones, cambios de título y tijeretazos inclementes. Entre muchos otros trabajos, véase el de Lidwina M. Van der Hout (2007): «La censura y el caso de Manuel de Pedrolo. Las novelas perdidas», en Represura 4.

[19] El indulto parcial de Francesc Soriano es posterior, del 18 de enero de 1974; el definitivo es del 17 de julio de 1975.

[20] La edición de Gregal de 1985 no aporta ningún cambio. De hecho, es la misma que la de 1982, con la misma paginación. Podríamos decir que es una reimpresión, con la única diferencia del estudio introductorio de Vicent Escrivà y la publicación exenta.

[21] . «El resultat de la transformació és sens dubte reeixit, tot i que sovint l’autor es distrau i dóna informacions que no són creïbles com a paraules del narrador intern» (Salvador: 2011, 118).

[22] Mis agradecimientos a José Andrés de Blas, que se brindó a orientarme cuando este trabajo era sólo una hipótesis.

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